viernes, 14 de febrero de 2014

LA TRANSMISIÓN DE LA FE EN LA FAMILIA I

- La fe es un don inmerecido.

En el bautismo Dios hizo un milagro en lo profundo de nuestro ser: imprimió su misma vida para que podamos tener todos los regalos existenciales que el hombre tenía antes del acto de superioridad ante Dios.

El bautismo es la puerta y el inicio para "vivir y ser" como Dios. Nuestro ser queda transformado. Gozamos de muchas facilidades en relación a la inteligencia, la voluntad y nuestros afectos. Lo más importante: la presencia espiritual, invisible, por gracia de Dios en nuestra vida. ¡Cuánta grandeza!

Hay un defecto muy corriente en nosotros cristianos: No valoramos suficientemente, ni nos paramos a pensar lo que significa que tenemos en nosotros "vida de Dios". Que somos "Hijos", "Habitados por Dios", que tenemos capacidades especiales para afrontar los contratiempos de nuestra vida.

Por favor, no vivamos como si no tuviéramos o fuésemos nada. ¡Los padres a los hijos hagamos caer en la cuenta de la gran maravilla que hay en nosotros!