Este pasaje del evangelio que se nos proclama en el domingo de Pentecostés es el anuncio de la Resurrección de Jesús. Pentecostés es sinónimo de vida en abundancia, de transformación…, es volver a actualizar el gran grito de la noche de Pascua: ¡Verdaderamente ha resucitado!
En primer lugar en este texto hay una introducción que manifiesta cómo están los discípulos (v. 19a). Se nos relata qué día era: el primero de la semana, tiene el significado de la Nueva Creación que se va a producir en ellos. También se describe cómo estaban interiormente: en penumbra, puertas cerradas, miedos…, todo esto aún nos hace examinarnos si hemos vivido la Pascua en la apertura al don de Dios.
En segundo lugar, Jesús toma las riendas y se manifiesta. Se hace sentir en medio de ellos. Y lo hará de dos maneras, en el que podemos decir que son las manifestaciones del Espíritu de Dios en nuestra vida:
Leer, releer, meditar y rumiar este texto precioso del evangelio nos lleve a caer en la cuenta que ya tenemos al Todo.