domingo, 31 de mayo de 2015

Santa Trinidad



A lo largo de los siglos, los teólogos cristianos han elaborado profundos estudios sobre la Trinidad. Sin embargo, bastantes cristianos de nuestros días no logran captar qué tienen que ver con su vida esas admirables doctrinas.
     Al parecer, hoy necesitamos oír hablar de Dios con palabras humildes y sencillas, que toquen nuestro pobre corazón, confuso y desalentado, y reconforten nuestra fe vacilante. Necesitamos, tal vez, recuperar lo esencial de nuestro credo para aprender a vivirlo con alegría nueva.
     «Creo en Dios Padre, creador del cielo y de la tierra». No estamos solos ante nuestros problemas y conflictos. No vivimos olvidados Dios es nuestro «Padre» querido. Así lo llamaba Jesús y así lo llamamos nosotros. Él es el origen y la meta de nuestra vida. Nos ha creado a todos sólo por amor, y nos espera a todos con corazón de Padre al final de nuestra peregrinación por este mundo.
     Su nombre es hoy olvidado y negado por muchos. Nuestros hijos se van alejando de él, y los creyentes no sabemos contagiarles nuestra fe, pero Dios nos sigue mirando a todos con amor. Aunque vivamos llenos de dudas, no hemos de perder la fe en un Dios Creador y Padre pues habríamos perdido nuestra última esperanza.
     «Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor». Es el gran regalo que Dios ha hecho al mundo. Él nos ha contado cómo es el Padre. Para nosotros, Jesús nunca será un hombre más. Mirándolo a él, vemos al Padre: en sus gestos captamos su ternura y comprensión. En él podemos sentir a Dios humano, cercano, amigo.
     Este Jesús, el Hijo amado de Dios, nos ha animado a construir una vida más fraterna y dichosa para todos. Es lo que más quiere el Padre. Nos ha indicado, además, el camino a seguir: «Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo». Si olvidamos a Jesús, ¿quién ocupará su vacío?, ¿quién nos podrá ofrecer su luz y su esperanza?
     «Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida». Este misterio de Dios no es algo lejano. Está presente en el fondo de cada uno de nosotros. Lo podemos captar como Espíritu que alienta nuestras vidas, como Amor que nos lleva hacia los que sufren. Este Espíritu es lo mejor que hay dentro de nosotros.

El mendigo







Dicen que en un pequeño pueblo del norte, en mitad del frío invierno, llegó un anciano mendigo venido de cualquier lugar. El frágil hombre dormía al raso, con apenas una roída manta, y no conseguía muchas limosnas en una comunidad en la que los extraños no eran bien recibidos. Y sin embargo, qué sonrisa mostraba siempre. Su educación, su sincera preocupación por quien necesitaba una mano para cruzar la carretera, o llevar las bolsas con la compra, su mirada alegre y penetrante, su cariño al fingir indignarse con los niños que le chinchaban en la plaza, su profunda humildad y gratitud... No pedía dinero, sólo un ratillo de conversación, sólo un amigo.

No pasó mucho tiempo hasta que el mendigo cambió los corazones de los cerrados vecinos y poco a poco fueron ayudándole a él, ayudándose entre sí, acercándose a recibir los consejos sabios que él ofrecía a quien se abriera y compartiéndolos con los demás, descubriendo que nada guardaba para sí y todo lo que recibía en limosnas lo daba antes a quien lo necesitara, sin importar que fuera una pobre viuda o un pícaro delincuente callejero.

Un día se fue. Lo echaron de menos al principio, se preguntaban en el pueblo qué habría sido de él. Más adelante se dieron cuenta de que su amor, su cariño, sus consejos, su modo, habían quedado en el pueblo impregnados de tal modo que sabían que, realmente, nunca se iría.

Y es que Dios se presenta muchas veces en nuestra vida como un mendigo.

Al aparecer, puede disgustarnos si nos afea el 'decorado' de nuestra vida. Podemos ignorarlo a pesar de verle a nuestro lado. Es frágil hasta el extremo cuando lo tomamos en nuestras manos al comulgar. Valora más un corazón abierto a su cariño y su cercanía que las 'limosnas' que podamos darle llevando la cuenta de 'nuestras Misas', 'nuestros rezos', 'nuestras buenas obras'... Pero poco a poco cambia nuestro corazón, de una manera casi imperceptible, con su ejemplo, con su consejo, con su mirada, con su fingida indignación cuando le chinchamos con nuestro egoísmo y nuestra soberbia... E, incluso, hay veces en que creemos que se ha marchado de nuestras vidas, que ya no está para reconfortarnos con su sonrisa y ayudarnos en la dificultad de nuestra vida diaria.

Pero no pasa mucho tiempo hasta que le volvemos a ver por los verdaderos efectos de su amor...

Publicado en Pastoral SJ

sábado, 23 de mayo de 2015

¡VEN ESPÍRITU SANTO!


Ven, Espíritu Santo. Despierta nuestra fe débil, pequeña y vacilante. Enséñanos a vivir confiando en el amor insondable de Dios, nuestro Padre, a todos sus hijos e hijas, estén dentro o fuera de tu Iglesia. Si se apaga esta fe en nuestros corazones, pronto morirá también en nuestras comunidades e iglesias.
Ven, Espíritu Santo. Haz que Jesús ocupe el centro de tu Iglesia. Que nada ni nadie lo suplante ni oscurezca. No vivas entre nosotros sin atraernos hacia su Evangelio y sin convertirnos a su seguimiento. Que no huyamos de su Palabra, ni nos desviemos de su mandato del amor. Que no se pierda en el mundo su memoria.
Ven, Espíritu Santo. Abre nuestros oídos para escuchar tus llamadas, las que nos llegan hoy, desde los interrogantes, sufrimientos, conflictos y contradicciones de los hombres y mujeres de nuestros días. Haznos vivir abiertos a tu poder para engendrar la fe nueva que necesita esta sociedad nueva. Que, en tu Iglesia, vivamos más atentos a lo que nace que a lo que muere, con el corazón sostenido por la esperanza y no minado por la nostalgia.
Ven, Espíritu Santo. Purifica el corazón de tu Iglesia. Pon verdad entre nosotros. Enséñanos a reconocer nuestros pecados y limitaciones. Recuérdanos que somos como todos: frágiles, mediocres y pecadores. Libéranos de nuestra arrogancia y falsa seguridad. Haz que aprendamos a caminar entre los hombres con más verdad y humildad.
Ven, Espíritu Santo. Enséñanos a mirar de manera nueva la vida, el mundo y, sobre todo, las personas. Que aprendamos a mirar como Jesús miraba a los que sufren, los que lloran, los que caen, los que viven solos y olvidados. Si cambia nuestra mirada, cambiará también el corazón y el rostro de tu Iglesia. Los discípulos de Jesús irradiaremos mejor su cercanía, su comprensión y solidaridad hacia los más necesitados. Nos pareceremos más a nuestro Maestro y Señor.
Ven, Espíritu Santo. Haz de nosotros una Iglesia de puertas abiertas, corazón compasivo y esperanza contagiosa. Que nada ni nadie nos distraiga o desvíe del proyecto de Jesús: hacer un mundo más justo y digno, más amable y dichoso, abriendo caminos al reino de Dios.

¡Llegó Pentecostés!


En Pentecostés (ó Domingo de Pentecostés) se celebra el descenso del Espíritu Santo y el inicio de la actividad de la Iglesia, por ello también se le conoce como la celebración del Espíritu Santo.
Siete semanas son cincuenta días, de ahí el nombre de “Pentecostés” (= cincuenta) que recibió más tarde. La fiesta de Pentecostés es uno de los Domingos más importantes del año, después de la Pascua. En el Antiguo Testamento era la fiesta de la cosecha y, posteriormente, los israelitas, la unieron a la Alianza en el Monte Sinaí, cincuenta días después de la salida de Egipto.
En el calendario cristiano con Pentecostés termina el tiempo pascual de los 50 días. Los cincuenta días pascuales y las fiestas de la Ascensión y Pentecostés, forman una unidad. No son fiestas aisladas de acontecimientos ocurridos en el tiempo, son parte de un solo y único misterio.
Aunque durante mucho tiempo, debido a su importancia, esta fiesta fue llamada por el pueblo segunda Pascua, la liturgia actual de la Iglesia, si bien la mantiene como máxima solemnidad después de la festividad de Pascua, no pretende hacer un paralelo entre ambas, muy por el contrario, busca formar una unidad en donde se destaque Pentecostés como la conclusión de la cincuentena pascual. Vale decir como una fiesta de plenitud y no de inicio.
La fiesta de Pentecostés, es el segundo domingo más importante del año litúrgico en donde los cristianos tienen la oportunidad de vivir intensamente la relación existente entre la Resurrección de Cristo, su Ascensión y la venida del Espíritu Santo.  

NUESTROS NIÑOS DE 3º DE PRIMARIA HAN SIDO REVESTIDOS DE LA VIRGEN MARÍA



Los de 3º de primaria que en este año han recibido a Jesús Eucaristía por primera vez han recibido la medalla de la Virgen de la Caridad. En la Eucaristía estuvieron presentes sus familias y a cada uno se les impuso la medalla de la Virgen de la Caridad. Ese vestido, el de la Virgen de la Caridad, que les va a cuidar y proteger durante toda su vida, como Hijos de la Virgen.

VENID Y VAMOS TODOS CON FLORES A MARÍA...



La guardería, Infantil y primaria están llevando sus flores a la Virgen Maria viernes tras viernes. Cada clase va preparando este encuentro con nuestra Madre en el que desde los más pequeños hasta los más mayores junto con los padres vamos poniendo a Ella como modelo y ejemplo para que interceda por cada uno de nosotros.

Animando a los de 3º y 4º de ESO al Encuentro Europeo de Jóvenes en Ávila


Jóvenes de nuestra parroquia han ido pasando por nuestro colegio animando e invitándoles al Encuentro de jóvenes europeo que tendremos en Ávila. Ha sido una ocasión para que los jóvenes puedan dar su testimonio de fe y también como preparación para lo que Ávila supondrá: pistoletazo de salida para el Encuentro Mundial de Jóvenes en Cracovia en el 2016.

MISAS POR CURSOS EN LA ESO


Durante este tiempo de Pascua cada curso de Secundaria ha ido teniendo la celebración de la Eucaristía. Ha sido una ocasión propicia para tener un Encuentro vivo con Jesucristo en la comunidad  que forma cada curso de nuestro centro.

domingo, 10 de mayo de 2015

Los rincones a nuestra Madre en el colegio.

En este mes de Mayo nuestro colegio se adorna y embellece para demostrar nuestro amor a la Virgen Maria. Todo en este mes de mayo nos debe hablar de la Madre. Por eso en nuestro centro la tenemos muy presente.







miércoles, 6 de mayo de 2015

Los alumnos de 6º de primaria de nuestro colegio han hecho una cuña publicitaria para animar a otros chicos del pueblo para que cursen la asignatura de Religión Católica

"Yo me apunto a clase de religión" Cuña publicitaria