lunes, 3 de febrero de 2014

EDUCAR: ES UN ARTE.



Educamos más con los que hacemos que con lo que decimos y, sin

embargo, seguimos prestando más atención al discurso que a la acción,
a los papeles que a las personas, a las palabras que a los hechos.
Sólo el ejemplo educa, Cuando el discurso no va acompañado de acciones
coherentes, cuando las palabras no se transforman en hechos afines, no
se produce el acto educativo. La coherencia es el único modo de
educar, el único camino para ser creíbles.
Solo es creíble el ejemplo. No sólo se trata de saber cosas, sino de
coherencia, congruencia.
El proceso educativo no es unilateral. Se trata de un proceso de un
continuum de movimientos, de una cadena de aciones, de palabras, de
pequeñas intervenciones y de actos, aparentemente aislados y
separados, pero que forman un conjunto, una unidad de significado.
Educar es un proceso y no un acto, un proceso bilateral, pues solo
puede tener lugar si se da el encuentro, si se produce el contacto. Es
una relación dual, de alteridad, que presupone, por definición, un
encuentro entre dos personas.

(Extractos de un artículo publicado en Vida Nieva de Francesc Torralba).